¿Quién se lleva el dinero de los libros? Reparto de porcentajes en la edición de libros impresos no autopublicados
Como escritor, me he tenido que meter muy dentro del mundo editorial. En estos cuatro años desde que saqué mi primer libro (cómo pasa el tiempo…), he publicado con tres editoriales distintas, y con cada obra he aprendido más y más cosas. Además, en alguna ocasión me he planteado seriamente la autopublicación, así que me he enterado de presupuestos y de cuánto cuesta imprimir un libro. Hoy vamos a hablar del reparto de porcentajes a la hora de publicar un libro en papel.
Cualquiera sabrá que hoy en día los libros, en un estándar de 400 páginas, suelen rondar los 18-20 euros, en ocasiones un pelín más. Ese es el precio que vemos en una librería o un centro comercial. Curiosamente, a diferencia de otros productos, los libros tienen su precio fijado por ley. Una vez la editorial establece un precio, ya no se puede cambiar. Eso quiere decir que, si a la editorial de turno le apetece hacer una oferta porque cumple seis meses, no pueden hacerlo. ¿Qué sentido tiene esto? Bien, vamos por partes. Voy a evitar el chiste de Jack el Destripador.
Cuando le cuento a alguien que los autores nos llevamos en la mayoría de los casos un 10% del PVP (Precio de Venta al Público), todos se escandalizan. Sin embargo, casi la única opción de llevarnos más es autopublicando. Eso sí, ese es otro tema y lo trataré en otra entrada.
La pregunta que todos se hacen cuando les cuento eso es: ¿Adónde va el otro 90%? Vamos a hacer un dibujito muy mono del reparto de porcentajes para que se entienda bien.
Reparto de porcentajes aproximado
Al ver este esquemita tan currado y que se nota que he hecho durante horas y horas (ejem), podemos observar ciertas cosas. Por supuesto, aquí nada es exacto. Este reparto de porcentajes solo se cumple en los libros en papel y con unas características determinadas, pero para hacernos una idea es suficiente.
Empecemos a deducir cosas:
La imprenta, que es la encargada de “fabricar” el libro, se lleva una parte minúscula. Esta probablemente es la parte más variable, porque depende de cuántos ejemplares se impriman. Cuantos más sean, menor es el coste por unidad. Por eso, las editoriales que hacen ediciones muy pequeñas suelen tener unos libros más caros (he llegado a ver libros de 150 páginas a 18 euros).
Si pedimos libros por internet (en papel, me refiero, evitando el porcentaje de la librería y la distribuidora), debería haber una reducción del, ojo, ¡50% del precio! O no tanto, que los gastos de envío hay que cubrirlos también, pero ¿no es increíble? Ahora pensemos en cómo afectaría esto a las librerías y las distribuidoras. ¿Recuerdas la ley del precio fijo, que dice que sí o sí se debe vender los libros al mismo precio? Ahí está la razón. Para proteger al librero y el distribuidor.
Estos son dos agentes muy importantes en la cadena del libro, ya que ambos tienen unos costes fijos muy grandes. Pensemos que una librería debe tener un local bonito y bien situado, libreros que atiendan a los lectores en un horario bastante amplio. La distribuidora debe tener un almacén (parece que no, pero cuando se mueven cantidades de cientos y miles de libros, es necesario dejarlos en algún lado) y un medio de transporte, bastante importante cuando sabemos que los libros pesan una barbaridad, además de esos trabajadores que llevan el inventario, los que conducen… En fin, que hay que gastar mucha pasta, y por eso necesitan ese 50%.
Pero espera, Yauci. ¿Qué ocurre entonces con los libros digitales?
Vaya, me alegro de tener unos lectores tan atentos y que me hacen preguntas tan buenas (cuando digo esto me saltan lágrimas por los pocos comentarios que suelo tener. Si me lees hasta el final, estaría bien que me mandaras un abrazo virtual para darme ánimos. Yo te lo devuelvo).
Hablemos de los libros digitales
Pues que los libros digitales dan mucha pasta a Amazon, iTunes y otras plataformas de venta, y mucha más pasta a los editores y autores. Al fin y al cabo, estas plataformas son como una gigantesca librería a la que todo el mundo puede entrar desde su casa. Por lo general, esas “gigantescas librerías virtuales” se llevan en torno a un 20 y un 50% del precio, y el resto es para los editores/autores. Un autor que publica con editorial suele llevarse entre el 25 y el 50% del precio total del libro digital (llamémoslo eBook, para hacernos los modernos). Incluso cuando decide autopublicarse, algo bastante frecuente en internet ya que no requiere gastos de ningún tipo, los beneficios llegan hasta el 70 o el 80%.
Esto quiere decir que los autores, en general, preferimos vender eBooks. En mi caso, con Cada día cuenta gano aproximadamente un 50% del precio total, que teniendo en cuenta que el precio es de 3,75€. En total, resulta ser más que ese 10% que gano con los libros en papel, a pesar de que vale 10€ menos. Qué curioso, ¿verdad?
Pero tranquilos. Pudiera parecer que el eBook va a comerse al papel porque todos ganamos más (menos las librerías, los distribuidores y las imprentas). No es así. Leer un libro digital sin el aparato correspondiente, aunque hay muchos en el mercado y a buen precio, es un verdadero asco. Leer en una tableta es incomodísimo, y en el ordenador no quiero ni pensarlo.
Esto hace que mucha gente sea fiel al papel, aunque le cueste más dinero. Al fin y al cabo, ¿qué mejor uso se le puede dar a los billetes que el de comprar libros?
El libro en papel, en mi sincera opinión, jamás desaparecerá. Eso sí, el libro digital ha llegado para quedarse. Yo decidí, como autor, pasarme también a las nuevas tecnologías además de las tradicionales, y como he mencionado, mis dos últimas novelas están en internet a un precio muy asequible y maravilloso. Y, por supuesto, leo también en libro electrónico, más que nada por el precio.
No es porque yo lo diga, que también, pero Cada día cuenta y La biblioteca de Emma son historias que no nos dejarán indiferente… No, en serio, puedes olvidar eso de la indiferencia porque lo usa todo el mundo. ¿Es que nadie tiene imaginación?
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